Durante años he establecido una relación particular con los objetos cotidianos que me rodean, que si bien al inicio surgió sin ninguna motivación concreta, se ha mantenido y consolidado a lo largo de este tiempo. Básicamente se trata de acotar todo lo viable posible, el acceso a éstos a través de hallazgos aleatorios en las calles, seleccionados y conservados como propios. El acto de incorporar objetos de otras personas en mi día a día, confecciona un modo de vida estrechamente vinculado al azar.
Este trabajo continúa con esta dinámica personal, aplicada a una metodología por encuentro y acumulación de todo aquel elemento que, presuntamente, haya pertenecido a un ámbito doméstico y haya sido descartado. Una vez recopilado todo este material, comienzan a evidenciarse las similitudes formales y funcionales que interrelacionan los distintos objetos entre sí, dando lugar a un principio de creación por contraste, paradójicamente, a través de explorar las similitudes de todo lo acumulado. El resultado es una serie de reconfiguraciones y ejercicios compositivos de objetos engendrados entre sí, es decir, entendiendo unos en términos de otros, y ensamblados utilizando, en su gran mayoría, únicamente material encontrado en la calle.
Sin pretenderlo, la base del proyecto hace hincapié en el azar relacional, en la no producción y en la lógica orgánica como vía de conocimiento. Todo ello, desde un marcado posicionamiento crítico hacia la pérdida de intimidad afectiva genuina, por parte de los aparatos de capitalización de las relaciones sociales y la universalización de los conceptos de familia e infancia. En última instancia, se trata de invertir los valores propios de la industria de consumo, para tensar la relación entre la apariencia homogénea de la domesticación radical, y la expresión individual mediante la descentralización de las necesidades.